sábado, 19 de abril de 2008

La Extranjera

Tiene los dientes empolvados por tanto silencio
Como una calavera en el museo
O un caimán tomando el sol.
Su cuerpo se ha hecho experto en digerir palabras
Su cuerpo
Es un parlante estropeado de la ciudad.

El silencio tiene el olor húmedo del olvido
Por eso en el andén
La condenan por indiferente y despreocupada
Apátrida, le gritan
¿Cómo puede haber silencio en nuestro país?

Cuando pasan las marchas de protesta a su lado
Gritan con desgarro para darle ejemplo
Para contagiarla -en vano-,
Y no dejar dudas de su amor por la patria.

Al otro día el dolor en la garganta no los deja hablar
Y ella les sonríe humilde
Como si los entendiera
Como si ya hubiera pasado por lo mismo.

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