martes, 29 de abril de 2008

Pensamiento Fugaz

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Dios, para la evolución, es lo mismo que una cordal.

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lunes, 28 de abril de 2008

Living in an Arrow

Hace dos semanas, en una excéntrica discoteca llamada Vinacure, me impactó por casualidad una imagen poética de las que se quedan colgadas un buen rato en la memoria. Estaba aburrido en la silla, viendo hablar a todo el mundo y detallando las ruidosas paredes del lugar mientras me concentraba en la música. Entonces sonó una canción que nunca había escuchado y que contrastaba con los géneros habituales de las discotecas. Desde el principio me gustó, y supe que era un clásico (algo así tenía que ser un clásico), hipótesis que comprobé cuando el tipo sentado en una mesa cercana la estaba cantando emocionadísimo y su acompañante no hacía más que mirarlo, y mirar si alguien los estaba viendo.

Yo memoricé uno de sus versos para después buscarlo en Google y descubrir el nombre de la canción. Las palabras que me aprendí decían así: I’m alive, I’m death, Im a stranger living in an arrow. O eso era lo que yo había entendido.

Living in an arrow… Apenas escuché esa frase se me salió el respectivo “Ufff” que se merecen las cosas que me causan admiración. La imagen de estar viviendo en una flecha me cayó como la mejor poesía que he escuchado en varios días –teniendo en cuenta que hace bastante no leo poesía con disciplina-.

Me imaginé una flecha atravesando el aire de un bosque; la punta, que gira tan rápido que parece quieta, refleja todo lo que se levanta a su alrededor, y en cierto punto reflejará el lugar donde se va a clavar. Nosotros, según la imagen de la canción que se me descubrió en Vinacure, habitamos en esa punta giratoria.

Esa oración me explotó de inmediato, sin embargo no le encontraba mucho sentido. Aún así seguía valiendo la pena repetirla y repetirla, imaginársela y pensarla un rato. A veces no sabemos por qué nos gusta algo, yo no puedo explicar por qué me gustó ese verso inconexo, pero me gustó y .

Al día siguiente, cuando busqué en Google los versos que me aprendí, no encontré ningún resultado. Entonces quité el “living in an arrow” y puse “im alive, im death, im a stranger”, y sí encontré algo. Google me corrigió y apareció el conocido “quiso decir”: I’m alive, I’m death, I’m the stranger, Killing an arab… Una canción de The Cure.

Killing an arab?????

Yo juraba que era “Living in an arrow”, y resulta que no era eso, que la poesía que disfrute durante esa noche era una mentira. Mis falencias en la comprensión del inglés se tradujeron en una creación involuntaria. Aunque pensándolo bien, yo no creé nada, no tengo méritos para decir “Hey vean lo que se me ocurrió. Es fantástico: un poema titulado “viviendo en una flecha””. No, no los tengo. Yo simplemente creí haber entendido eso.

Entonces surge la pregunta: ¿De quién fue la creación? La respuesta en este caso es evidente: de nadie. Ni mía, ni de The Cure, ni de los parlantes, ni de nada. Ese verso estaba ahí, en la lista de espera de los inéditos, aguardando a que alguien conjugara sus partes. Por error es posible crear, pero no puede atribuirse ese surgimiento a nadie. Es hijo del lenguaje, de nada más y –para que suene mejor-, de nada menos.

Ya me había pasado lo mismo antes, pero con imágenes más discretas. Ahora sé que si utilizo el “living in an arrow” tengo que dejar en claro que no es mío. Ni de nadie. Es que, en últimas, lo que se escribe no tiene autor, y así lo han propuesto varios escritores. Con el pasar de los años, de las décadas y los siglos, los autores terminan siendo una ficción entretenida pero innecesaria.

Los códices mayas, las piedras egipcias, los pergaminos semidestruidos y demás documentos históricos, pueden prescindir –sin que pierdan valor- de un nombre que los sustente. Lo escrito lo dice todo, incluso quién lo escribió. Obviamente hay que dejar correr el tiempo para darse cuenta de que lo que escribe un colombiano hoy, o un europeo, o un chino, o un humano cualquiera, corresponde a lo que tenía que ser escrito por todos ellos. Voluntaria o involuntariamente los escritores asumen ese papel de intérpretes y transmisores de un contexto específico. Pero lo que quiero dejar en claro es que para mí las creaciones de ésos escritores no son, en realidad, de esos escritores: son del lenguaje que tiene desde un principio las posibilidades de combinación determinadas y que sólo está esperando a que se agoten todas sus formas de expresión. Todo esto lo planteó Borges en su cuento “La Biblioteca de Babel”, y yo lo tarareo de nuevo por culpa de un episodio fortuito en el que un error me reveló un buen verso.
Aquí está un psicodélico video de la canción...

El Jardín de Senderos que se Bifurcan

Nota: Este es un escrito que analiza -sin muchas pretensiones- uno de los cuentos más conocidos de Jorge Luis Borges. Si no se han leído el cuento este texto se les hará incomprensible y aburrido, pues no contextualizo en ninguna parte. Si quieren leerse el cuento, lo pueden hacer> aquí.
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Con Borges el tiempo es maleable, casi sumiso, como un animal entrenado. La exploración que hace Borges del tiempo descubre, y ayuda a descubrir, nuevas posibilidades. Creo que uno de los aspectos aburridos de la ciencia es que establece, por lo menos temporalmente, las características de la realidad, y digo establece cuando debería decir “fija”. La ciencia fija una realidad, y la limita. Borges desprende con maestría los clavos del conocimiento, del cuadro que la ciencia cuelga para cubrir el hueco de las posibilidades descartadas, y propone el suyo. Lo que más admiro de él es que insinúa realidades, como buen poeta, y lo hace sin la intención de edificar o teorizar en la realidad. La poesía tiene la libertad de crear sin tener que esforzarse para que sus hipótesis o teorías no las derroque alguna más evolucionada, como ocurre en la ciencia. Veo a la poesía como un conjunto de realidades eternas, inmunes a las demostraciones y experimentos, a los números y métodos. Si algún día nos extinguimos como especie humana creo que el mejor epígrafe para la tumba común sería La Poesía.

Ahora sí, a hablar del cuento: La primera vez que lo leí, concentré mi atención en la teoría, en las frases que me revelaran la concepción del tiempo que el autor quiso compartir, pero pasé por alto la influencia del argumento o la trama del cuento en esa “teoría”. Durante la relectura estuve pendiente de la manera en que el escritor argentino aúna cuento y filosofía.

Borges inicia relatando un confuso hecho acontecido en la Primera Guerra Mundial, en primera persona; y el cuento lo termina narrando un oriental, espía al servicio de Alemania y preso en Inglaterra por un crimen que se gesta desde la primera página del texto. Parece una trama rebuscada para meterle cuestiones metafísicas y filosóficas, pero si algo le sobra a Borges es ingenio. En mi primera lectura del cuento subrayé casi toda una página que creí que sintetizaba todo lo que Borges quiso decir con él. Es en la que Albert le revela a Yu Tsun (el espía oriental que resulta ser familiar de Ts’ui Pen) las reflexiones sobre el tiempo que Ts’ui Pen (un excéntrico pensador oriental) había materializado en su obra “El Jardín de senderos que se bifurcan”. Es una página que por su contenido habría podido prescindir del resto del relato, tiene vida propia y autonomía semántica. Borges la pudo haber escrito como un texto aislado de cualquier tinte de ficción y no perdería ni un gramo de su valor estético y filosófico; sin embargo, Borges relaciona sutilmente esa propuesta de “infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos” con la historia que va fluyendo y rodeando la pagina mencionada. En realidad creo que esa página se extiende sobre todo el cuento imperceptiblemente, en algunas escenas más evidente que en otras. Por ejemplo encuentro esa relación en dos momentos casi idénticos que se repiten en el cuento pero con consecuencias radicalmente opuestas.

Durante la ya mencionada contextualización que le hace Albert a Yu Tsun, sobre los estudios que hizo de la caótica obra de su antepasado, el inglés se levanta para alcanzarle un papel revelador al espía, éste lo recibe y se interesa por él y por la atractiva exposición del anfitrión. La escena se repite unas páginas después, pero cuando Albert se para para coger de nuevo la diciente nota de Ts’ui Pen, Yu Tsun le dispara y asesina.

Según “El Jardín de los Senderos que se Bifurcan”, todo ocurre; absolutamente todo lo que puede ocurrir, ocurre, aunque nosotros estemos fatídicamente destinados a percibir solo una de las posibilidades que se derivan de un suceso: sólo una de las infinitas dimensiones temporales. Somos eternos, infinitos, pero no nos damos cuenta de ello. Yu Tsun alcanzó dos dimensiones, fue dos veces Yu Tsun: una vez recibió el papel y se interesó por él; la segunda, recibió la nota y no esperó para asesinar al desprevenido Stephen Albert. Para Borges el tiempo es una interminable bifurcación de posibilidades, las consecuencias de un evento son infinitas. Esta página puede cambiar el mundo, o terminar en una papelera; o tal vez puede cambiar el mundo en una papelera. Es más, todas se darán, y nuestra ceguera sólo descubrirá un destino. Ahora yo no estoy escribiendo esto y tampoco me doy cuenta. Vos no lo estas leyendo, y tampoco lo percibís.

El Capitalismo También Anda en Taxi


Este sábado durante una de esas silenciosas horas de la madrugada, y mientras regresaba a mi casa, fui confesor de otra víctima de las injusticias de este país. El taxista que me traía me dijo que hasta el momento la noche no había sido muy buena para él: todavía le faltaba dinero para liquidar, para llenar el tanque de la gasolina, y ganar lo que le iba a quedar a su bolsillo. Le pregunté cuánto tenía que entregar al dueño del taxi después de cada turno de trabajo, y me respondió que 67.000 pesos; además de eso tiene que entregar el taxi tanqueado. Yo no esperaba que soltara una cifra tan elevada, y cuando lo hizo se me escapó el sueño que había venido aumentando con el mismo ritmo del taxímetro. “67.000 pesos no son fáciles de conseguir –afirmaba él-, a duras penas me quedarán 20.000 para mí cada noche”.



Es insólito que una persona que trabaja más de 8 horas, entre la noche y la madrugada, se gane sólo un poco más del salario mínimo, si le va “bien”. Me irrita la imagen del sujeto al que este taxista le tiene que liquidar casi 70.000 pesos: en ese momento debía estar durmiendo en su casa o en su finca, o tal vez estaba derrochando en una rumba lo que mi fortuito conductor le producía. Por eso, y con un tono de complicidad en la indignación, le pregunté cómo eran capaces de pedirle tanto por cada jornada de trabajo; pero él –que de inmediato captó mi desconcierto- ignoró esa pregunta para darme un dato que me alarmaría aún más.



¿Sabe cuántos taxis tiene el tipo al que yo le liquido?, me contrapreguntó. Antes de ese cuestionamiento, yo imaginaba que el dueño del taxi era un hombre sencillo que había optado por invertir en un carro que le produjera, pero que eso no lo hacía un millonario. Con ingenuidad pensé que un taxi era mucho, y por eso, cuando me reveló el número de carros que tiene el propietario de ese vehículo sentí que me estaba molestando.



¿400 taxis! -exclamé asustando al silencio- ¿es en serio? Ahí sí se me hizo más indignante todo el asunto, más doloroso. ¡Cómo es que un individuo (¡uno!) puede tener 400 taxis recolectando dinero por toda la ciudad! Mi taxista del momento sonrió con tristeza: orgulloso por saber que me había aturdido con esa cifra tan escandalosa, pero consciente de lo explotado que estaba siendo. Yo me quedé un momentico en silencio, mientras los 400 taxis me golpeaban la concentración igual de rápido a una pelota de tenis de mesa cuando está a punto de dejar de rebotar. El estupor me impedía hacer cuentas, pero él las hizo por mí. “Mire, digamos que cada uno de nosotros (los taxistas empleados) le entrega 70.000 pesos; son 400 carros; siete por cuatro es 28; o sea que a este señor le entran mínimo 28 millones de pesos al día” Lo calculó rápido y sin titubeos, como si ya hubiera practicado miles de veces esa detestable multiplicación. Seguramente la hace con frecuencia cuando maneja y maneja y no consigue nada; cuando está desesperado en las malas noches, con ganas de chocar el carro y escupirle las chatarras al abusivo de su dueño. Pero no puede hacer eso, necesita el trabajo, y así su jefe sea un explotador que le cobra 67.000 pesos por dejarlo laborar, él prefiere sentarse a teclear los tres pedales del auto amarillo que echarse en un sofá de su casa a lamentarse por no conseguir un trabajo honroso.



Incluso es muy probable que no trabaje de mala gana, al fin y al cabo tiene la oportunidad de ganar su propio dinero, pero es que hay un problema de apariencias: a él no le están dando ninguna oportunidad. A él lo están utilizando para producir. No hay ninguna bondad por parte de su empleador. En su contrato no respira la intención de ofrecerle un trabajo donde pueda recibir lo que se merece, sino la obligación de recoger y entregar 67000 pesos, y únicamente después de haber cumplido con esa condición es que tiene la posibilidad -y algo de tiempo- para conseguirse lo que necesite para mantenerse estable. Es un contrato que revela con simpleza las diferencias de clase: hay un sujeto que cada día pesa 27 millones de pesos más; y hay 400 que sufren por conseguirse tan sólo 20.000. ¿Cómo se puede aceptar que una sola persona pueda aprovecharse tan groseramente del trabajo ajeno?



El taxista me decía que era consciente de la explotación y el abuso que lo hacían víctima, pero que la necesidad lo obligaba a trabajar. Ya faltaban tres cuadras para llegar a mi casa y yo apenas pude sacar una de esas frases comunes que evidencian cuándo una persona no tiene nada más para decir: “Pero bueno –comenté-, ojalá algún día ahorre lo necesario para comprarse su propio taxi.” Y él, que parecía decidido a no dejarme dormir con sus datos sorpresa, me dijo: “Hasta hace un mes tuve mi propio carro, pero las deudas y otros problemas me hicieron venderlo. Y adivine quién me compró el cupo que yo tenía: el señor para el que estoy trabajando ahora” Habiendo dicho esto frenó al frente de mi edificio, como si hubiera calculado las distancias para que la escena saliera perfecta. La conversación se rasgó abruptamente, y yo quedé con mil preguntas y exclamaciones nuevas tratando de pasar por mi lengua, pero ya era hora de pagar. Le di los billetes y me despedí.



Ahora que escribo esto él debe estar atravesando la soledad de alguna calle de Medellín. En las madrugadas del lunes no creo que le vaya muy bien, pero igual tiene que producir los 67.000. Por ahí andará abrigado y acompañado de la radio y un cigarrillo, buscando quién requiera de sus servicios, casi rogando para que ése o ésa que está parado junto a la calle sea el próximo cliente que le ayude a cumplir con las arduas exigencias de su contrato. Aunque él, entre alguno de los muchos comentarios que hizo con respecto a lo difícil de su trabajo, aseguró con una resignación lúgubre que “mientras no le pase nada al carro, ni a mí, todo está bien”.

Pero no. No todo está bien.


Se equivoca. Y él lo sabe.



jueves, 24 de abril de 2008

Así estaba yo sin ti...

Say No More...

(Al que le haya gustado la canción le advierto que esta es una versión recortada, la original dura casi dos minutos más; o sea que todavía tendrán más placer escuchando completo a Sabina y su poesía)

martes, 22 de abril de 2008

Tercer capítulo: La Ira

Este es un aparte de un texto corto que escribí hace poquito. Todavìa no lo subo completo porque hay que corregirlo bastante, pero aquí dejo el párrafo que más me gusta.

(...)
¿Es que no sabés que las cosas no son como vos las ves? Me irrita esa ingenuidad. ¿No te das cuenta de que el mundo es una mierda y que hay que trabajar cada segundo para recibir felicidad a cuenta gotas? La felicidad es una limosna que se dejó enredada en una maraña de sufrimiento y pesadez y nos toca meternos en ella hasta los huesos para poder sacar la sonrisa que vos tenés siempre. ¡Dejá de ser facilista y hacé las cosas bien, como todos! Aquí no se viene a sonreír todo el tiempo, también nos toca firmar otros sentimientos. Nos frustramos, nos jodemos, se nos muere alguien, no conseguimos lo que queremos, alguien nos trata de estafar, se nos pierde un billete, se nos olvida un aniversario, pisamos mierda de perro, nos gobierna un tirano, el bus avanza insoportablemente lento, en el metro se tiran un pedo, los mendigos nos piden de lo que estamos comiendo cuando tenemos hambre, la gasolina está impagable, el carro de atrás nos pita cuando el semáforo acaba de cambiar a verde, los de la casa del frente no te dejan dormir, los profesores no llegan a la clase de 6 a.m, el computador se nos infecta con mil virus, no encontramos las llaves cuando estamos atrasados, nos dicen que nos pagan mañana, el cajero no lee la tarjeta, los baños ajenos donde cagamos se taquean, las relaciones se terminan, nos dejan plantados en una cita, nos siguen llamando a gritos cuando ya hemos escuchado, los teléfonos públicos están engrasados, los amigos se enamoran de las ex novias, nos gustan las novias de los amigos, el DVD deja de funcionar en la mejor parte de la película, no podemos recordar los mejores sueños, ignoramos qué decirle a la persona que nos gusta, nos piden un tiempo, nos enredamos cuando queremos decir algo contundente, se nos caen los libros, no entendemos los libros, descubren nuestras mentiras, ignoramos que nos mienten, nos tropezamos en la mitad de las plazas, pierden nuestros equipos de fútbol, se descarga el celular a mitad del día, nos cagan las palomas, no funciona la alarma, se nos olvidan los nombres, nos despiertan, nos humillan, nos discriminan, nos ignoran, nos oprimen, nos callan, nos avergüenzan, nos obligan, nos confunden, nos culpan, nos incriminan, nos espantan, nos detodolomalo. ¡Así que dejá sólo para las fotos esa risita de recién nacida!

Si una mañana...

Si una mañana te despiertas

Y tu cuerpo está incompleto

No vayas a asustarte

Es que hay algunas partes

Que te robo mientras sueño.


domingo, 20 de abril de 2008

Últimas Conversaciones con un Hombre Sancocho


La conversación con el Hombre Sancocho fue el resultado fortuito de una aburrida clase de Derecho Romano. O sea que para algo sirvió haber estudiado Derecho el año pasado... No fue un año perdido: de esas clases -que sólo atendía con mi presencia física- salieron algunos versos, imagenes poéticas, y hasta dibujos. Éste es uno de ellos. (Haz click en él para ampliar sus errores)

Angustia

Hoy tengo ganas de dejar el lenguaje entre las cobijas y dedicar el día a balar como un cordero perdido.


¿Será que alguien me entiende?


Es que he tratado de hacer como una fruta que arrancan a la fuerza del árbol, pero nadie se da cuenta.


Creo que es más fácil para ellos entender mis berridos que mis silencios.

¿Será que si me entienden?



sábado, 19 de abril de 2008

Atraco

Cansado de que sus chillidos sólo rebotaran en paredes, árboles dormidos o en fuentes apagadas, el murciélago juró que cazaría lo primero que se le atravesara...Y fue así como se devoró mi sueño.

Reflexión # 1

¿Cuál es la manera más fácil de destruir a una persona, de desestabilizarla hasta la depresión, de exprimirle hasta las lágrimas de reserva?

Respuesta: Amarla –o por lo menos hacerle creer que la aman- durante una extensión considerable de tiempo, y después, por el motivo más inverosímil, decirle que ya no hay nada, que de ahora en adelante el camino se vuelve muy estrecho para dos.

Cuando eso ocurre, cuando el camino se vuelve angosto e irreversiblemente unipersonal, le toca a uno de los dos caminantes arrojarse al vacío. Así, de improvisto, sin poseer mínimas medidas de seguridad. Generalmente el que se lanza es el que recibe la noticia, ese -o esa- al que le asestan alguna de las incontables frases que significan lo mismo pero que camuflan con mayor o menor éxito su dolorosa verdad: Hasta aquí somos.

Me corrijo: no es que se lance, lo tiran. En ocasiones el -o la- ex acompañante, invita al otro gentilmente al precipicio. Lo seduce con delicadeza hasta la orilla, y entonces con una mano en su espalda y otra señalándole el abismo (de la misma manera en la que caminan los sacerdotes cuando están aconsejando a alguien) pronuncia el mencionado “Hasta aquí somos” para darle el empujoncito preciso y encomendárselo a la oscura e impredecible gravedad.

Otras veces el independentista no procede con tanta elegancia y embiste, sin compasión alguna, al que considera ahora su parásito, dejándolo moribundo antes de que empiece a caer.

Así hemos estado muchos.

Coming Back To Life -Pink Floyd-

Ésta es una buena canción de Pink Floyd (post Waters) interpretada durante uno de sus conciertos históricos en Londres (Pulse. 1994). Ahí abajo del video dejo la letra, que en este caso está cargada de melancolía y después de resignación, como es normal en el proceso evolutivo de cualquier dolor. Primero te preguntás lo que no entendés-where were you-, pero después te vas dando cuenta de que a la final da lo mismo comprenderlo o no: el tiempo agota el sufrimiento y lo deja vulnerable para que tengás la oportunidad de volver otra vez a la vida. I knew the moment had arrived for killing the past and coming back to life. Las preguntas que se tenía al principio, la confusión, la incomprensión, terminan siendo vestigios útiles para un poema o una canción, aunque a veces el tiempo no les exprime del todo su significado y de pronto te encontrás un día deprimido porque no sabés que pasó. Hay cosas que si no se entienden, no se olvidan. En fin, aquí están el video y la letra.

Where were you when I was burned and broken
While the days slipped by from my window watching
Where were you when I was hurt and helpless
Because the things you say and the things you do surround me
While you were hanging yourself on someone else's words
Dying to believe in what you heard
I was staring straight into the shining sun
Lost in thought and lost in time
While the seeds of life and the seeds of change were planted
Outside the rain fell dark and slow
While I pondered on this dangerous but irresistible pastime
I took a heavenly ride through our silence
I knew the moment had arrived
For killing the past and coming back to life
I took a heavenly ride through our silence
I knew the waiting had begun
And headed straight..into the shining sun

La Extranjera

Tiene los dientes empolvados por tanto silencio
Como una calavera en el museo
O un caimán tomando el sol.
Su cuerpo se ha hecho experto en digerir palabras
Su cuerpo
Es un parlante estropeado de la ciudad.

El silencio tiene el olor húmedo del olvido
Por eso en el andén
La condenan por indiferente y despreocupada
Apátrida, le gritan
¿Cómo puede haber silencio en nuestro país?

Cuando pasan las marchas de protesta a su lado
Gritan con desgarro para darle ejemplo
Para contagiarla -en vano-,
Y no dejar dudas de su amor por la patria.

Al otro día el dolor en la garganta no los deja hablar
Y ella les sonríe humilde
Como si los entendiera
Como si ya hubiera pasado por lo mismo.

jueves, 17 de abril de 2008

Mi Primer Blog

Hola a vos. Como ves decidí hacer un blog, y aquí estoy concretando el primero. Antes que todo quiero decir que el año pasado escuché un contundente comentario en contra de este tipo de páginas. Lo dijo un escritor chileno -no recuerdo su nombre- durante el festival de literatura que hubo en Medellín. Él afirmaba que los blogs eran como sanitarios donde los desocupados iban a cagar toda su mierda. Yo creo que en términos generales tiene razón, pero si se trata de generalizar también tendríamos que decir que la literatura actual es una porquería comercial y de autoayuda, por ejemplo. Y así no son las cosas, por fortuna todo tiene sus "felices excepciones": no todos los blogs son sanitarios, ni toda la literatura contemporánea pretende que su confundido y estresado lector se supere. Esperemos que éste blog sea uno de los que se salvan de caer en el agua bendita de los alcantarillados.
Para éso creo que debería existir un pacto entre el bloggero y sus lectores. Esto no se trata de que yo venga a desahogarme las angustias de mi vida con el teclado y a publicarlo para que algún desocupado lo lea. ¿Cómo podría hacerle éso a alguien que está leyendo algo mío? Suficiente riesgos tiene alguien que me lea con la sóla decisión de empezar a hacerlo, para que yo le salga con una babosada sentimental o inaportante. De una vez garantizo que lo que encuentren de ahora en adelante va a estar mil veces filtrado para que no se decepcionen con uno de esos textos famélicos de significado y ladrones de tiempo. Es mi manera de agradecerles el honor de sus lecturas. (Esa última frase me da risa)
En fin, aquí empieza mi bloggería. Vamos a ver cómo resulta.
Estamos en contacto, comenten, escriban, despedacénlo todo si lo consideran necesario. Y por favor, nunca, nunca, cuando comenten algo pongan lo que no piensan: si algo les parece malo, escriban que les pareció malo; si en realidad creen que es aceptable, pues bacano... Me he dado cuenta de que por estos medios es muy fácil hacer comentarios hipócritas, y no hay nada más útil que la crítica sincera.
Welcome!