jueves, 10 de julio de 2008

"El niño ignora que los dioses no bajan en paracaídas"

La presa
Kenzaburo Oé
Barcelona, Anagrama, 2003 (114 pp.)
----
Durante la guerra del Pacífico, un avión con tres soldados enemigos se estrella en los bosques de una remota y 'relativamente atrasada' aldea de Japón. Sólo sobrevive uno de los tripulantes que tuvo tiempo para lanzarse en paracaídas, sin embargo, su logro se desvanece cuando los habitantes de la aldea lo capturan y encierran en una bodega del almacén comunal. Ahí es encadenado mientras llegan las instrucciones de la ciudad para saber cómo proceder con él. La presa es un negro enorme y musculoso que cambia –a pesar de su abulia- la dinámica acostumbrada de la aldea.

Sí, el soldado negro ha trastocado el orden del pequeño poblado, aunque no hace más que dormir en la penumbra de la bodega y comer lo que le lleva el niño a quien los adultos encargaron para bajarle los platos. Este niño -que es el narrador de la historia-, es quien sostiene la relación más íntima con el prisionero. Los adultos se desinteresan rápidamente por la suerte del negro, y retornan a sus trabajos cotidianos. Pero la vida de los niños, que es la que describe el relato, adquiere nuevas posibilidades de diversión por la llegada de ‘la bestia’.

Al principio el narrador describe el miedo que sintió la vez que bajó con el primer plato; el escalofrío que lo envolvió cuando escuchó su tos; lo pequeño e insignificante que se sintió frente a su majestuosidad. Más adelante, al descubrir que el soldado no es una amenaza, que no es agresivo ni malintencionado, el niño –junto a su hermano menor y el amigo ‘Morro de liebre’- establece tácitamente una amistad con el prisionero. La relación entre los dos se estrecha, y a pesar de que ya el niño se ha acostumbrado a su presencia no deja de deslumbrarse por cada acto que realiza su nuevo compañero.

El relato, entonces, pormenoriza cada detalle que hace el negro y que todos los niños de la aldea –ya no sólo los tres principales- celebran y contemplan atentos. Ven, a través del soldado, una realidad diferente. Se sienten orgullosos cuando lo logran admirar, lo hacen el núcleo de sus juegos, e incluso alaban sus instintos profundos. El narrador -que cuenta la historia ya siendo un adulto pero sin contaminar su inocencia de entonces- no encuentra manera de expresar la plenitud que alcanzó al lado del soldado: ¿cómo podría dar una idea de la adoración que sentíamos por él (…), cómo explicar la plenitud, y el ritmo, de todo aquello?

No obstante, en el momento menos esperado de la historia, en el punto más estrecho de la ‘amistad’ entre el preso y el narrador, un episodio cambia radicalmente el tono y el desarrollo del relato. El narrador pasa de la euforia permanente al desencanto, la decepción, y la melancolía. El niño, por ese suceso, deja de ser niño: “yo ya no formaba parte de la comunidad infantil (…), esa clase de relaciones con el mundo ya nada tenían que ver conmigo.”

Leer ‘La presa’ es casi un ejercicio facial. Durante el par de horas que se demora leyendo las casi 100 páginas del relato, el rostro se contrae por el asco, por la sorpresa, por la risa, por la indignación, por la tristeza. Al final, no queda más que la reflexión.

Hay que reconocer en Oé la delicadeza para tratar el asunto de la guerra. Porque en últimas el libro es sobre eso, sobre la guerra y la inocencia. El negro llevó la guerra hasta esa recóndita aldea del Japón. Se prescindió de tropas numerosas, de bombarderos, de ataques atómicos: la guerra cayó en paracaídas.

En ‘La Presa’, Oé hace evidente que después de una guerra el niño no puede seguir siendo niño. La guerra es como un puente por el que le obligan a pasar, mientras abajo se escurre la inocencia intacta.

El tema de la guerra y los niños ha sido tratado en numerosos libros y películas, algunos con mayor profundidad y éxito que otros. ‘La Presa’ aborda ese problema con maestría, ingenio y brevedad. Vale la pena leerlo, es un libro universal y vigente por nuestro contexto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:)

Sí, sí me quedan ganas de leerlo.

(r)