miércoles, 3 de septiembre de 2008

Desvarío de quince minutos

El montaraz cabalga en su pato
Vociferando profecías que perdieron vigencia.

Cuando llega ruidoso al pueblo
Se descubre la cabeza para exponer
La verdad podrida en sus ojos
Y alarmar a los niños que lo rodean
Pero todos se ríen de él
Mientras le ofrecen teteros de algodón molido.

Al frente del colegio femenino, las jovencitas
Burlonas le piden autógrafos
Y él, furioso, escupe en los papeles que le extienden
Entonces ellas los doblan en barquitos
Que se fuman agradecidas en el motel.

Los ancianos alguna vez lo admiraron
Fue en la época en que era humilde
Y traía un río como muleta
Pero desde que prostituyó sus dientes
Ha perdido todo el prestigio
Y sólo es mencionado en el confesonario.

Al montaraz ese mal clima lo tiene sin cuidado
Algún día lo van a escuchar, por ahora
Seguirá despiojándole versos a las plumas
Y analizando el futuro en la joya del anillo
Que le compró a su pato.

Antes del crepúsculo se envuelve agotado en el bosque
Hasta la próxima generación.

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